domingo, 30 de marzo de 2014

Cuando hablamos de la verdadera amistad los kilómetros no existen.


Con el tiempo te va dando igual lo que algún día te parecía tan importante.


La suerte de mi vida.

Hoy hace 10 años mi vida cambio, llego una persona que consiguió robarme el corazón. Desde qué le vi por primera vez se convirtió en algo muy especial e importante para mi. A lo largo de estos 10 años me ha ensañado miles de cosas, me ha hecho llorar mientras reía, o reír mientras lloro. Es el, quien me da la fuerza para seguir adelante todos los días, sean del color que sea. Sabe perfectamente cuando necesito un gesto de cariño o cuando necesito hacer picias juntos. Es mi compañero de viaje, sólo con mirarnos sabemos lo que quiere o necesitamos uno del otro. El es mi vida, mi todo, mi tesoro. Darle las gracias a mis padres por darme a estehermano, por darme a este confidente de mi día a día. Mi mayor regalo, el mejor regalo que puedo tener es verle todos los días. Que soy esa hermana qe no soporta estar sin verle mas de dos días, que soy la hermana más orgullosa de su hermano pequeño, soy una afortunada por ser el mi hermano. Que hoy crece, que hoy hace 10 años, que estos años no los puedo explicar con palabras, sólo puedo volver a revivirlos en mi corazón y emocionarme y desear volver a repetirlos. Muchas felicidades al rey de mi vida.


Cualquier persona te hace reír, pero solo una persona especial te hace sonreír.






jueves, 27 de marzo de 2014

Si todos los caminos llegan a Roma, ¿como se sale de Roma?

Si todos los caminos llevan a Roma, ¿Cómo se sale de Roma?. A veces pensamos demasiado y sentimos muy poco. Mi abuelo siempre decía: "que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida hará lo imposible por estar en ella". Aun que en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas. Olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos esta regalando algo que no recuperará jamás. Y es que la vida son momentos ¿sabes?. Y ahora estoy aquí y mañana, mañana no lo se. Así que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, si quieres algo de verdad, ve por ello sin mirar atrás. Mirando al miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro. Ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella. Así que no se que será de mi mañana. Pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo. Y los amigos, son la familia que elegimos, y yo te elijo a ti. Por ser el dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja. Apuesto fuerte por todos estos años a tu lado. Por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener porque celebrar algo. Y es que en este tiempo, me he dado cuenta de que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tu has echo infinito mi límite. Así que te doy las gracias por ser la única persona de hacerme llorar riendo. Por aparecer en mi vida con esas sonrisa loca, por ese brillo en los ojos capaz de pelear contra un millón de tsunamis. Así que no, no se donde estaremos dentro de diez años. Ni se como se sale de Roma. No te puedo asegurar nada. Pero te prometo que pase lo que pase, estés donde estés, voy acordarme de ti toda la vida. Y por eso mi luna va a estar siempre contigo. Porque tú, me enseñaste a vivir cada día como el primer día, como el resto de mi vida. Y eso, eso no lo voy a olvidar nunca. 



Velvet IIII

Londres, 5 de diciembre de 1951
Querida Ana,Ha pasado un nuevo mes y sigo sin recibir noticias tuyas. A pesar de que cada vez más me resulta más difícil no voy dejar que la falta de noticias pueda conmigo. Este mes lo veo todo muy distinto. Debe ser porque la Navidad está a la vuelta de la esquina.
En Londres la Navidad es muy distinta, hay muchas más luces y colores por todos lados. En las calles, en los escaparates…
Pero preferiría estar viviendo allí las vísperas de las fiestas, contigo. Tomar las castañas asadas que comprábamos en la Plaza de Oriente, el turrón que nos daba tu tío que le mandaba su amigo de Valencia… Pero me niego a no poder darte un regalo este año. Necesito verte.
Por eso, de aquí a final de trimestre voy a ser el alumno perfecto y el hijo perfecto. He empezado a hablar con mi padre otra vez. Quiero que baje la guardia y poder poner en marcha mi plan sin riesgos. Porque Ana, tengo un Plan.
Mi padre me ha dicho que estas navidades las pasaremos en la sierra. No quiere que pise las galerías, pero pasaré por Madrid. No voy a dar más detalles por si acaso. Es suficiente que sepas que estaré a las 12 del día de Nochebuena en el mismo sitio donde te cogí la mano por primera vez.
Si estás leyendo esta carta, no me falles. Es mi última esperanza.
Te quiero y cuento los días hasta que llegue ese momento…
Alberto

Velvet III

Londres, 9 de noviembre de 1951
Querida Ana:
Llevo tres meses aquí y no me canso de recordarte y de quererte. Siento no haberte escrito antes pero hasta hoy no me han levantado la prohibición de enviar cartas. Y eso que hace más de cinco días que terminó mi último castigo. ¡Por fin!
Durante tres semanas lo único que he hecho ha sido ir a clase, estudiar, limpiar encerados, sacar brillo a los suelos de las aulas… así, día tras día. Me aislaron en uno de los cuartos y no tenía compañeros de habitación. Pero eso no ha sido lo peor. Mi padre se empeñó en que el castigo fuera ejemplar y no he podido cruzar palabra con ninguno de mis compañeros. Creí que me volvía loco, Ana. Con el único que pude comunicarme fue con Mateo. Aprovechábamos la hora del almuerzo. Yo me sentaba solo en una mesa y cuando él pasaba a mi lado, negaba con la cabeza. Era su forma de decirme que no habías escrito. Y todos los días el mismo gesto.
¿Por qué no me escribes?, ¿por qué? Tu recuerdo me ha dado fuerzas durante este tiempo pero cada día que pasa, me cuesta más soportarlo. Si solo supiera que tú también piensas en mí, que no me has olvidado… Solo con eso podría aguantar mil castigos como este.
He dejado de hablar con mi padre. Este mes ha estado llamando pero me he negado a ponerme al teléfono. Ayer se presentó aquí con mi hermana y Gloria. Pasé el día por la ciudad con ellos, pero te juro que ni le miré a la cara. Él está muy furioso e insiste en que entre en razón… que si me estoy comportando como un niño caprichoso… que si mi cabezonería me va a costar más de lo que creo… pero yo no digo nada. Mi silencio es mi respuesta. Sé que esta indiferencia le hace daño pero es lo que se ha buscado al separarnos. Si no quiere que esté en Madrid, no tendrá hijo… no hay nada más que decir.
Estoy cansado de que nadie entienda que lo que por ti no se puede cambiar de la noche a la mañana. No lo entendía tu tío, ni mi padre… pero tampoco lo hace Mateo. Ayer Mateo me insistió en salir a dar una vuelta y como se puso tan pesado, acepté. Cuando estábamos en la esquina de la calle me pidió que esperara porque iba a unirse más gente. Al cabo del rato, llegaron dos chicas del internado cercano con las que Mateo había quedado y me di cuenta. Era una encerrona. Discutí con él y volví a mi habitación. Según Mateo, la doble cita era para ayudarme a olvidarte. Si hubiera estado enamorado de verdad, igual que yo lo estoy de ti, sabría que eso es imposible. Aún así le he convencido para nos ayude. No sé si es a mí al que no le llegan tus cartas, así que si me escribes, hazlo a nombre de Mateo Ruiz, a la misma dirección que a mí. Si él recibe tu carta me la entregará.
Te quiero, y nada ni nadie podrá cambiar eso.
Alberto

domingo, 9 de marzo de 2014

Velvet II

Londres, 15 de octubre de 1951

Querida Ana,

Hace casi un mes que te escribí la primera carta y no sé nada de ti... No sé si la has recibido pero imagino que no... No puedo pensar que lo hayas hecho y no quieras saber nada de mí... Me niego a pensar eso porque estoy seguro de que estarás echándome de menos tanto como yo a ti. Que también te cuesta dormir por las noches y te falla el apetito, y.... que cuando la gente te pregunta por qué ya no sonríes, la respuesta es siempre la misma... Todo me recuerda a ti.

Le he pedido a un amigo que te envíe esta carta... Sé que en cuanto veas a Philipe Ray en el remite sabrás que soy yo. Espero que eso haga que la recibas... Si no ya no sé qué voy a hacer, Ana...

Velvet I

"Londres, 17 de septiembre 1951
Querida Ana, acabo de llegar a Londres y lo único que pienso es que no estás aquí. La ciudad es fea, no para de llover y yo no paro de pensar que ahora mismo, si no fuera por mi padre, estaríamos los dos juntos en París. Lejos de todos, y sobretodo de ellos, lo odio tanto... Odio tanto a mi padre que no creo que pueda perdonarle nunca haberme mandado aquí sin ni siquiera haberme dejado despedirme de ti..."
-Creces, experimentas, aprendes, crees saber cómo funcionan las cosas, estás convencido de haber en­contrado la clave que te permitirá entender y enfrentarte a todo. Pero después, cuando menos te lo esperas, cuando el equilibrio parece per­fecto, cuando crees haber dado todas las respuestas o, al menos, la mayor parte de ellas, surge una nueva adivinanza. Y no sabes qué res­ponder. Te pilla por sorpresa. Lo único que consigues entender es que el amor no te pertenece, que es ese mágico momento en que dos personas deciden a la vez vivir, saborear a fondo las cosas, soñando, can­tando en el alma, sintiéndose ligeras y únicas. Sin posibilidad de razo­nar demasiado. Hasta que ambas lo deseen. Hasta que una de las dos se marche. Y no habrá manera, hechos o palabras que puedan hacer entrar en razón al otro. Porque el amor no responde a razones...